Significado de software propietario Definición, historia, restricciones y ejemplos
Periodista esp. e investigador
Definición formal
El software propietario es un modelo cerrado de desarrollo y distribución de programas digitales, bloqueando el acceso al código fuente, es decir, a las líneas de programación que hacen posible su funcionamiento, con el argumento de proteger la autoría.
Supone la corriente original sobre la cual se comercializaban las aplicaciones, luego aparecería la oposición en el movimiento del open source y del software libre, exponiendo el poder de la transparencia y de las comunidades colaborativas ampliando la capacidad del producto original mediante la integración de lo que se denonima una extensión. No obstante, tanto Microsoft como Apple, dos de los mayores referentes de la industria del software, continúan trabajando sobre los alineamientos privativos.
Construcción de la noción del software propietario a lo largo de la historia de la informática
El concepto de software como algo separado del hardware no existía en las primeras computadoras. Posteriormente, el software iba indisociablemente unido a la máquina, vendiéndose (o siendo alquilado por horas) todo como un mismo paquete.
Fue la mítica IBM la que, en 1969, propuso licenciar aparte el software empleado en sus mainframes, lo que dio origen a la venta separada de este elemento.
En cuanto las computadoras empequeñecían ganando en potencia, se hacían más populares, se producían en menor número, y crecían industrias paralelas. Si hasta las décadas de los 60-70, eran los propios fabricantes del hardware quienes creaban el software, o lo hacían empresas subcontratadas, a partir de aquí nacen compañías dedicadas exclusivamente a la producción de software, que buscan hacer dinero con sus creaciones.
Para ello, estiman conveniente protegerlas comercialmente de copias ilícitas, con lo que las blindan con contratos de usuario (los ahora famosos end user agreement) que limitan la libertad de los usuarios con su software.
Al mismo tiempo, en muchos casos, el código fuente de los programas se considera un bien de la empresa productora, un valor que esta debe guardar a buen recaudo, por lo que deja de ser proporcionado, y se le deniega al usuario su capacidad para realizar modificaciones en la aplicación.
No obstante, esto no consigue siempre el efecto deseado, desembocando en una rampante piratería consistente en la distribución entre usuarios de copias pirata que violan el acuerdo de licencia de usuario.
Célebre en este aspecto es la carta dirigida por Bill Gates (sí, el mismo cofundador de Microsoft) a la comunidad de aficionados a la computación, en la cual señalaba que el robo de la propiedad intelectual que suponía el pirateo incidía negativamente en la capacidad de innovación de las empresas productoras de software. La Microsoft de Gates era una de las afectadas, sobretodo por su BASIC para el Altair 8800.
La llegada de la era de la microinformática a principios de los 80 sólo hizo ‘empeorar’ la situación que denunciaba Gates a lo largo de aquella época y de la siguiente.
Pulseada por la adopción de Software Libre en paralelo a nuevas técnicas contra la piratería
Pese a que la irrupción del software libre como antítesis al software propietario captó la atención de algunos desarrolladores y usuarios, su número no fue suficiente como para reducir significativamente los números de la piratería. Por ello, a mediados de los años 90, las firmas que producían software propietario empezaron a incluir en sus creaciones unos sistemas de activación online, aprovechando la expansión de la conectividad entre los consumidores finales.
Estos sistemas, si bien consiguieron disuadir a una parte de los consumidores que hasta entonces utilizaban software pirata, no consiguieron su objetivo al 100%: al ser medidas implementadas por software que también se pueden saltar mediante métodos como sobreescribir determinados ejecutables y/o librerías.
También a mediados de la década de los 90, las entidades y asociaciones que agrupan a los productores de software propietario, empezaron varias campañas de persecución legal de los infractores de las licencias de uso, con una finalidad ejemplarizante.
No obstante, dicha campaña -que coincidió en el tiempo con el punto álgido de la persecución a quienes intercambiaban y descargaban películas y, sobretodo, música- acabó generando muchas críticas a dichas entidades por parte de amplios sectores de la ciudadanía.
A día de hoy (en 2019), el software propietario se presenta tanto en la forma tradicional en la cual se adquieren los programas para su uso, como en un formato de pago por suscripción temporal (mensual, anual, etc). Como ejemplo de este último caso tenemos el software antivirus.
Restricciones que diferencian al software propietario
A diferencia del software libre, que busca garantizar una serie de derechos básicos de los usuarios, las licencias de uso del software propietario persiguen salvaguardar el trabajo realizado por la compañía desarrolladora del programa.
Para ello, existen varios tipos de licencias de software privado pero, en general, estas limitan lo que los usuarios pueden hacer en varios campos y de varias formas:
- Impiden la libre copia del programa, es decir, no podemos “pasarle” el programa copiado en discos a quien queramos.
- No podemos modificarlo para que trabaje como nosotros queramos. Incluso se llegan a prohibir explícitamente en las licencias el uso de métodos de descompilación. Tampoco acostumbra a proporcionarse a los usuarios el código fuente para su estudio, aunque ello no es una condición indispensable, y eventualmente podría ser proporcionado.
- Incluso la forma de uso del programa puede estar restringida a lo que la compañía productora estime oportuno. Así, algunos softwares producidos en Estados Unidos han venido incluyendo cláusulas en su licencia de uso que impedían que estos se ejecutaran en países con los que la potencia norteamericana tiene abiertos conflictos, como es el caso de Corea del Norte.
Ejemplos en las creaciones insignia de Apple y Microsoft
Podemos encontrar ejemplos de lo que es el software propietario en todos los ámbitos y segmentos del mundo del software.
Si empezamos por lo más básico, el sistema operativo, tenemos excelentes ejemplos en las dos principales plataformas de escritorio: macOS de Apple, y Windows de Microsoft.
Si bien parece que estos “nos los regalan” cuando adquirimos una computadora nueva, para utilizarlos debemos aceptar una licencia de uso que restringe nuestra capacidad de uso del sistema: para macOS solamente podemos utilizarlo en una computadora Apple, para la cual ya hemos pagado el precio del sistema con su compra.
De la misma forma, también pagamos la licencia de Windows cuando adquirimos una computadora PC, y aunque podemos “trasladar” la licencia de una computadora a otra -y en según qué condiciones y el tipo de licencia adquirida-, sólo podemos utilizarla en una computadora a la vez.
Tampoco podemos compartir el sistema con otro usuario, ni hacer copias para distribuirlo. Es todo lo contrario a lo que nos permiten las plataformas libres como GNU/Linux o FreeBSD entre otras.
El concepto de software propietario no excluye el código abierto (aunque una no implica la otra ni viceversa), aunque no es lo más normal del mundo tener un software propietario con el código fuente a disposición de los usuarios.
La disponibilidad de software propietario se extiende a los campos de las bases de datos (Oracle,…), paquetes ofimáticos (Microsoft Office), de retoque fotográfico (Photoshop), o the diseño asistido por computadora (AutoCAD), por poner sólo unos ejemplos.
Trabajo publicado en: Jun., 2019.
Ilustraciones: LCosmo
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