Definición de Violencia Familiar
Título de Prof. en Psicología
La violencia familiar o doméstica es la más recurrente y más silenciada, ya que dentro del hogar hay menor regulación, más facilidad de guardar secretos y mayor probabilidad de naturalizar estas formas enfermas de vincularse. Este tipo de violencia es ejercida por quien tiene más poder -físico, económico, psicológico-, pudiendo ser el padre, madre, uno o más hijos, hermanos, un abuelo o abuela, etcétera, pues el dominio es algo muy particular dentro de cada estructura familiar.
Entre las personas que se ejerce este tipo de violencia hay un vínculo sanguíneo (ejemplo: hijos biológicos) o legal (ejemplo: matrimonio, adopción), que los entiende como “familia” a los ojos de la legislación y la sociedad. Y contrariamente a los deberes y derechos que debieran resguardarse en el hogar, en muchas familias reina el miedo y la intimidación, lo que tiene efectos nocivos en la convivencia, la autoestima, la seguridad emocional y en todo lo que hace a la salud mental.
La violencia, cuando encuentra un lugar propicio donde acomodarse, suele ir en aumento, a veces de forma sutil y otras más brusca.
Es importante destacar que la violencia puede ejercerse por acciones, como también por omisiones. En el primer caso, podemos pensar, por ejemplo, en golpes, insultos, encerrar a otro en una habitación, gritos, intimidación. En el segundo, igualmente grave, podemos imaginar a un niño que no es higienizado o alimentado, que no se le dedica tiempo de afecto, se lo ignora, no se lo lleva al médico o no se tiene una supervisión sobre la seguridad de sus juegos o no está bajo el cuidado de ningún adulto.
Tipos de violencia familiar
1- La violencia que más “ruido” hace en la sociedad y de la que más nos espantamos es la física, la que se dirige al cuerpo y lo lesiona, dejando ojos morados, quemaduras de cigarrillos, fracturas, llegando incluso en ocasiones hasta la muerte. Sin embargo, los golpes que no dejan marca en el cuerpo (ej.: palmadas, cachetazos), generan dolor y miedo y son también violencia, así como la omisión en la protección y el cuidado (ej.: no llevar al pediatra a un niño que acaba de caerse de gran altura y se encuentra en un estado de confusión).
3- Psicológica: es la que se expresa con intimidaciones, rechazo, amenazas, gritos, insultos, chantaje, abandono, exigencia desmedida, descalificación, falta de amor, burlas, haciendo creer al otro que es tonto o exagerado, controlando a la víctima en su modo de vestir, hablar o lugares que frecuenta, revisando el celular, negando que hable con determinadas personas. Todo lo anterior va contra el respeto por la autoestima y la singularidad de la víctima, dañando su salud mental.
5- Económica o patrimonial: quien tiene más poder sobre los ingresos económicos o sobre los patrimonios familiares puede utilizarlo como “ventaja”, por ejemplo, para extorsionar al otro o negarle la utilización del dinero para capacitarse, porque eso le daría más independencia económica. Otra forma que puede tomar esta clase de violencia es no permitiendo la participación de la pareja sobre los gastos o que tenga un celular o una cuenta bancaria propios y/o no pagar la cuota alimentaria, en caso de estar separados/as.
7- La violencia sexual también tiene lugar dentro de los hogares, de un miembro de la pareja hacia el otro, cuando no hay consentimiento; hacia uno o más hijos; por parte de abuelos/as o tíos/as; etcétera. Este es un tema tabú -por lo que es menos denunciado- y la víctima se siente desprotegida -como en los casos anteriores-, conviviendo con su propio agresor.
En todos los tipos de violencia es fundamental el rol del Estado para visibilizar que esto no debería suceder y está penado por la ley, haciendo llegar a las víctimas y a sus allegados -así como a la sociedad en su conjunto- esta información, por medio de los medios de comunicación, campañas de concientización y educación estatal -de gestión estatal o privada-.
Quiénes pueden ejercer la violencia
La violencia familiar se puede orientar en todas las direcciones (hacia hijos/as o nietos/as, entre hermanos, hacia padres/madres, pareja y/o abuelos/as), con todo tipo de intensidad y estrategias diversas, pudiendo generar en la víctima padecimiento, tristeza, depresión, ansiedad, ira, impotencia, pensamientos suicidas, falta de confianza y baja autoestima, miedo, vergüenza, etcétera; todo lo que la aleja de una vida plena y con reconocimiento de sus derechos.
El agresor busca dañar al otro, para someterlo a sus propios deseos, sin consideración, ni empatía, reduciendo a su víctima a la posición de objeto. Para que no denuncie, apela a la culpa, miedo, vergüenza, justificación de sus actos, naturalización o legitimación, haciéndole creer a la víctima que tiene la razón, que su relación es sana o que no puede ser de otra forma.
¿Quiénes son estas personas violentas? Algunas son egoístas y consideran a los demás como medios para sus fines, otras son extremadamente impulsivas y/o con adicciones que no pueden controlar, a otras les genera placer tener el control sobre su entorno y manipular a los demás. Pero cualquiera sea la causa, no supone una justificación y es motivo para alejarse física, virtual y emocionalmente de estos individuos, para preservarnos.
Los niños maltratados son más vulnerables a sufrir maltrato en su vida adulta, por los daños que tienen en su infancia o a convertirse en agresores y reproducir el vínculo, desde el lugar inverso. Sin embargo, se puede salir de la violencia por medio de un trabajo de autoconocimiento, reflexión y revisión de la propia historia, lo que muchas veces requiere del acompañamiento de un profesional psicólogo.
Art. actualizado: Oct. 2022; sobre el original de abril, 2014.
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