Definición de Amor Incondicional

En las relaciones humanas se producen todo tipo de vínculos en los que se impone de una manera natural alguna condición. Así, podemos ayudar a un vecino con la condición de que él haga lo mismo con nosotros o hacemos algún favor a alguien siempre y cuando estimemos que esa persona se comportará de igual manera cuando lo necesitemos.

En pocas palabras, «imponemos» condiciones en la mayoría de circunstancias sociales. Sin embargo, algunas versiones del amor no están sujetas a esta regla. En estos casos se habla de un amor incondicional. Esto implica que no se espera nada a cambio, que el sentimiento hacia el otro no está sujeto a ninguna forma de interés y que, por encima de todo, se desea el bien de la persona amada.

Una de las formas de amor más elevadas y puras

Esta forma de amor no está sujeta al beneficio personal o a la autosatisfacción. Por el contrario, se orienta al bienestar del otro.

En el amor incondicional las dificultades o los problemas no suponen ningún obstáculo, pues en su interior hay una fuerza capaz de superar cualquier circunstancia adversa.

Es un amor sin exigencias ni reproches. Se impone el deseo de dar por encima de todo y no hay nada que pueda debilitar este sentimiento.

También está presente entre nuestros amigos de cuatro patas

Los seres humanos no tenemos la exclusividad en el amor. Se ha comprobado de manera fehaciente que el sentimiento que sienten los perros por sus dueños se parece mucho a la idea de amor incondicional que pueda tener una madre con su hijo.

Ellos no tienen palabras para transmitirnos su amor incondicional, pero lo hacen a su manera. Es posible observar este sentimiento a través de algunas señales inequívocas: cuando duermen a nuestro lado, cuando esperan a que regresemos, al imitar ciertas conductas humanas (por ejemplo, el bostezo), al mover la cola como señal de alegría o al mostrar empatía.

La hormona del amor que nos ayuda a comprender el amor incondicional

Poetas y filósofos han intentado explicar con palabras la pasión amorosa. Sin embargo, hoy sabemos que es una cuestión que depende de la química de nuestro cerebro. La hormona que regula y activa la pasión asociada al amor es la oxitocina. Esta hormona se produce en el hipotálamo y se segrega por la glándula pituitaria. La oxitocina está muy presente en el vínculo emocional entre una madre y un hijo, el ejemplo humano más evidente de amor incondicional.

A pesar de que esta hormona es determinante en las relaciones amorosas, no hay que olvidar que también tiene una parte negativa, ya que es la responsable de las relaciones afectivas basadas en la dependencia y en las conductas obsesivas.

Podríamos afirmar que el amor que duele y que no produce ningún placer es en realidad una «borrachera» provocada por la ingesta de oxitocina.

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