Significado de bullying Definición, violencia física y verbal, y sus efectos
Licenciada en Psicología
Definición formal
El bullying es el constante ataque e intimidación a una persona, a nivel físico y verbal, y afectando su entorno desde lo psicológico dado principalmente en el ámbito estudiantil, en la etapa de formación adolescente, en la cual uno está construyendo su identidad, y es por este motivo que las consecuencias son de lo más graves.
Es un término tomado del inglés, siendo que se lo ha popularizado en Estados Unidos a partir de casos trágicos. También, es una problemática que se observa en el ámbito laboral, y potenciado desde todos los ángulos posibles mediante el uso de las redes sociales en Internet.
Práctica sistemática de violencia física y verbal
En rasgos generales, son las acciones llevadas a cabo con el propósito de lastimar al otro, herirlo en su autoestima o integridad física. Esto suele reiterarse en el tiempo y hacerse de modo naturalizado por los victimarios, con carencia de culpa, empatía, respeto y reflexión.
El acoso implica violencia o agresividad, hostigamiento, que marca una desigualdad o asimetría de poder entre victimario/s y víctima y debe ser denunciado por compañeros, docentes, padres u otros posibles testigos en el marco escolar, para preservar o recuperar la salud psico-física de quien lo está padeciendo. Aunque generalmente se hable del acoso en el ámbito escolar, también puede darse en otras agrupaciones de personas, como equipos deportivos, clubes de barrio, etcétera, con las mismas cualidades.
Podemos categorizar este comportamiento en su forma virtual (por medio de las redes sociales, mensajes de WhatsApp o de texto, imágenes), física (empujones, golpes, rasguños), verbal (humillar, insultar, verbalizar desprecio o discriminación, crear rumores), psicológica (distintas formas de violentar emocionalmente como intimidar, molestar o excluir).
Se observa que si bien su traducción remite a abuso, intimidación y acoso, palabras que en el español se usan cotidianamente, el término inglés se impuso extendidamente; tal como ha sucedido con otras voces inglesas, es tal la aceptación que lo usamos como si fuese parte de nuestro idioma.
Efectos: miedo, reclusión y depresión
Las consecuencias de este comportamiento son variadas, pues cada sujeto recibe y procesa la violencia de un modo diferente, aunque siempre conlleva un daño profundo. Las víctimas pueden ver disminuida su autoestima o valoración propia, estar tristes, enojados o frustrados, tener miedo o explosiones de ira, no querer ir al colegio o perder la motivación por las tareas y actividades escolares o extracurriculares, autolesionarse en distintos grados, alejarse emocional o físicamente de sus amigos y/o familia, etcétera.
Las heridas del bullying, al darse en sujetos en pleno desarrollo de su personalidad, suelen recordarse toda la vida, siendo beneficiosa la terapia psicológica para poder poner en palabras el dolor y tramitarlo. Tristemente, es uno de los conceptos más populares en estos tiempos a razón del incremento que ha habido en materia de violencia y de intolerancia en las relaciones sociales.
La escuela ha sido el ámbito por excelencia en el que se ha desarrollado y proliferado el bullying, sin embargo en su extensión a otros ámbitos provoca el mismo daño en quien se transforma en objetivo de los ataques.
Grupos: pertenencia versus bullying
Dentro de un grupo pueden potenciarse las aptitudes individuales cognitivas, favorecerse el perfeccionamiento de las habilidades blandas y mejorarse la sociabilización, aunque también es un espacio donde puede darse el temido bullying.
Éste existió desde siempre, mas sólo hace poco tiempo se le ha dado un nombre y con ello la importancia que amerita y el intento por alcanzar la concientización acerca de su peligro.
Lejos de hacer sentir parte o incluida a la persona, de constituirse en un grupo de pertenencia para ella, el acoso expresa rechazo, odio, hostilidad y exclusión, dañando la autoestima de la víctima.
Cómo detectarlo y proceder en los ambientes educativos
Mientras antes sea identificado, menos consecuencias sufrirá la víctima y más rápida será su recuperación, por lo cual deben observarse las señales más sutiles y menos evidentes.
Por ejemplo: si un estudiante se sienta y está solo durante toda la jornada escolar es necesario, para ejercer un rol responsable como docente, preguntarle si está bien, si le sucede algo, decirle que puede contar con él/ella para resolver sus problemas. También es una señal si, durante la clase o en los recesos, los compañeros hacen foco en uno de ellos para humillarlo o agredirlo de alguna manera.
Por otra parte, escuchar a los niños y/o jóvenes cuando se acercan angustiados, recordarles y hacerles sentir que la escuela es un lugar seguro y fomentar el respeto y compañerismo, así como la competencia sana y honesta.
La mejor forma de tratar el acoso es con la prevención, por medio de talleres, charlas brindadas por profesionales, diálogos conjuntos e individuales con los estudiantes y transmisión continua de valores morales e inclusivos. Esta es una tarea que compete a todos los actores de la institución educativa.
Factores desencadenantes
No hay una causa concreta que lo desata sino que son varios los factores que pueden influir, especialmente la observación de modelos violentos en el hogar, los padres por ejemplo, que luego se replican en la escuela, por ejemplo.
La naturalización de la violencia genera la difusión y la aceptación de la misma como la única vía posible y exitosa a la hora de tener que resolver algún problema o conflicto.
No es una casualidad que la palabra que denomina esta acción proceda del idioma inglés ya que justamente ha sido Estados Unidos el país que más casos ha reportado y todos ellos con una magnífica carga de violencia.
Estados Unidos: cuna del bullying
Uno de los casos de violencia escolar más emblemáticos en territorio norteamericano ha sido la masacre de Columbine, denominada así porque se produjo en la Secundaria Columbine, cita en el estado de Colorado. Dos alumnos del último año provocaron un feroz tiroteo en dicha escuela, el 20 de abril de 1999, que dejó como saldo 15 muertos -ellos incluidos-, y decenas de heridos. Eric Harris y Dylan Klebold, tenían 18 y 17 años, respectivamente, y se suicidaron tras el ataque.
Hubo infinidad de hipótesis y de especulaciones acerca del porqué de tremenda agresión, en tanto, los especialistas identificaron una combinación de violencia, uso de fármacos, y depresión, como las causas que influyeron en los atacantes.
Por otra parte, no se puede soslayar entre las explicaciones, el fácil acceso a las armas que muchas legislaciones permiten a las personas comunes, y la ausencia de la contención familiar.
En el particular caso de estos adolescentes lograron reunir un auténtico arsenal, entre armas y explosivos, obtenidos ilegalmente, y que escondieron en sus casas sin problemas y sin sufrir ningún control parental.
Concientizar, debatir y respetar
La mejor receta contra este flagelo social es el diálogo y la tolerancia hacia quienes piensan diferente e implica a buena parte de los actores sociales implicados en él: padres, maestros, niños, familiares, políticos, adolescentes, medios de comunicación masiva.
Los ambientes respetuosos suelen lograr una suerte de imitación y costumbre, por lo cual en las familias donde prima la escucha y aceptación por la diferencia, la valoración del otro, es más difícil que existan niños o jóvenes victimarios.
Además, debe hablarse de manera explícita sobre la necesidad de interactuar con valores y cordialidad con los compañeros de clase y con otras personas en general, promoviendo la reflexión, convivencia, armonía, y la aceptación del otro a pesar de no compartir las mismas ideas.
Trabajo publicado en: May., 2019.
Ilustraciones: artisticco, sabelskaya
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