Definición de Participación
Profesora en Filosofía
1. Participación es el envolvimiento de un individuo en una actividad social. Ejemplos: A) ‘La participación de la banda animó la fiesta’. B) ‘Confirmaré mi participación en la reunión’.
2. Información transmitida a una persona.
3. Economía) Parte equivalente referente a cada uno de los que actores intervinientes en una empresa o transacción financiera. Ejemplo: ‘Recibió una participación de las ganancias’.
Etimología: Por las formas del latín participatio, participatiōnis, con referencia en el verbo participāre, y el sufijo -ción, expuesto en -tio, -ōnis, en función de la sustantivación deverbal.
Cat. gramatical: Sustantivo fem.
En sílabas: par-ti-ci-pa-ción.
Participación
De manera general, el término participación refiere al hecho de participar, es decir, formar parte de algo o tener parte, sea activa o pasivamente. En su uso común, puede significar tanto la implicación en una determinada actividad junto a otras personas (por ejemplo, participar de un partido de fútbol), así como la recepción de una porción de algo que se reparte (por ejemplo, de una renta) o la toma de conocimiento respecto de un asunto dado (por ejemplo, de un chisme). La participación es, así, en todos los casos, un acto social, que involucra siempre a otros.
La participación pública
En el contexto académico, el concepto de participación es estudiado por las Ciencias Sociales en relación con el ordenamiento de la vida comunitaria. En el ámbito de la política, la noción de la participación se utiliza para dar cuenta del modo en que los ciudadanos intervienen en los asuntos comunes en un contexto democrático. La participación ciudadana se halla en permanente tensión con otro concepto fundamental para las democracias actuales, que es el de la representación política. Ambas nociones constituyen pilares característicos de la forma democrática de gobierno: por un lado, la representación remite a la distribución del poder entre las autoridades; mientras que, por otro lado, la participación implica —al menos, formalmente— un control por parte del pueblo hacia el ejercicio de la autoridad.
Generalmente, en la práctica, resulta dificultoso mantener balanceados ambos pilares, lo cual redunda en diferentes problemáticas. Si el poder se concentra, dejando relegada la participación ciudadana, esto propicia un Estado autoritario y puede conducir a una pérdida de legitimidad del aparato gubernamental. Por el contrario, sobredimensionar la participación ciudadana podría enlentecer la toma de decisiones importantes para el conjunto social; no obstante, cabe señalar que esto ocurre en reducidas ocasiones.
Desde un punto de vista teórico, lo ideal es que exista un sistema de pesos y contrapesos para la regulación del ejercicio de mando. Tal sistema puede adquirir diferentes formas, por ejemplo, la participación puede garantizarse a través de partidos políticos, o del diseño de órganos estatales no partidarios destinados a ese fin. La dificultad real con la que se encuentran las democracias radica en que, generalmente, las posibilidades concretas con las que cuentan las personas para ejercer activamente su derecho a la participación en los asuntos públicos son limitadas, puesto que no cuentan con el tiempo suficiente para hacerlo de manera cotidiana, dadas sus obligaciones laborales y responsabilidades domésticas.
Al mismo tiempo, pocas veces existe un incentivo que motive a la ciudadanía a involucrarse en tales asuntos, más allá de las obligaciones electorales periódicas. Sin embargo, en las sociedades modernas, tampoco es posible, en la práctica, la ausencia total de participación, porque ello implica conceder un voto de confianza implícito hacia quienes toman las decisiones efectivamente.
La idea de participación en la filosofía
El filósofo griego Platón (427 a. C. – 347 a. C.), en el contexto de su teoría ontológica acerca de la relación entre las Formas, en tanto modos de existencia universales, y las entidades particulares, emplea la noción de participación para dar cuenta de la manera en que ambas se vinculan entre sí. De acuerdo con el punto de vista del filósofo, en sus Diálogos medios, el mundo se halla escindido entre dos instancias: por un lado, el mundo que percibimos por medio de nuestros sentidos, en el cual se hallan las entidades múltiples y particulares; y, por otro lado, el mundo de las Formas, que consisten en las esencias universales de aquellas entidades.
Las Formas y los particulares difieren en su grado de realidad, en la medida en que las entidades particulares resultan una copia de las primeras, es decir, se asemejan a ellas por imitación. Los particulares son deficientes respecto de sus Formas, que consisten en algo de la misma especie que ellos, pero más originario, en cuanto otorgan unidad a lo múltiple. Para Platón, esto se explica en la medida en que los objetos del mundo sensorial participan de las Formas: como ejemplares de éstas, dependen de ellas para existir.
Art. actualizado: Nov. 2022; sobre el original de noviembre, 2010.
Referencias
Merino, M. (1997). La participación ciudadana en la democracia (Vol. 4). México: Instituto Federal Electoral.Álvarez, A. N. (1979). La participación a través de los diálogos de Platón. Estudio Agustiniano, 14(2), 337-348.
Allen, R. E. (1975). Participación y predicación en los Diálogos medios de Platón. Teoría, (3), ág-29.
Escriba un comentario
Contribuya con su comentario para sumar valor, corregir o debatir el tema.Privacidad: a) sus datos no se compartirán con nadie; b) su email no será publicado; c) para evitar malos usos, todos los mensajes son moderados.