Definición de Política
Profesora en Filosofía
1. La política es el conjunto de conocimientos teóricos y prácticos en virtud del ejercicio del gobierno de una nación.
2. Sistema característico de gobierno de una comunidad -ciudad/nación-, determinado por la presencia de una autoridad central responsable por administrar las estructuras que regulan la vida de los miembros de esta sociedad, sujeto a garantizar el orden social.
3. Relación en las negociaciones entre diferentes gobiernos en función de intereses mutuos y/o particulares. Ejemplo: ‘La política entre Corea del Norte y Corea del Sur continúa siendo delicada’.
4. Aquél que ejerce una función directa o está directamente vinculado al gobierno. Ejemplos: A) ‘Su labor en la política como diputado ya va por su tercer mandato’. B) ‘Como líder sindical está muy involucrado con la política de la región’.
5. Educación superior dedicada a estudiar las diferentes formas de administrar la sociedad.
6. Conjunto de reglas que guían las relaciones dentro de una determinada institución o actividad. Ejemplo: ‘La política de la escuela no permite el abuso físico o verbal’.
Etimología: Por el latín politĭca, femenino de politĭcus, respecto del griego πολιτική (politikḗ), femenino de πολιτικός (politikós), constituido por πολίτης (polites), en cuanto ciudadano, sobre πόλις (pólis), que remite a ‘ciudad’, ‘estado’, en combinación con los sufijos -της (-tes) conforme la sustantivación, e -ικός (-ikós), en función de la adjetivación.
Cat. gramatical: Sustantivo fem.
En sílabas: po-lí-ti-ca.
Política
Por el griego politikós que, a su vez, remite a la polis, es decir, la ciudad, es un concepto que involucra todo aquello relacionado con el ejercicio de la ciudadanía, con el ámbito de lo público y de lo social. La Política de Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.) se considera como el punto de partida en el pensamiento acerca de la política como un asunto tematizado, bajo el cual se comprendía la esencia, las funciones, la estructura del estado y las formas de gobierno; así como, al mismo tiempo, se presentaban descripciones de tales tópicos bajo un cierto contenido prescriptivo sobre cómo debía ser el orden de lo civil. La noción de la “política”, entonces, se consolida como una forma de saber sistematizada sobre el conjunto de hechos que hacen a lo político, a saber, lo referente al ámbito de la comunidad, en el contexto del estado.
Este saber relativo al conjunto de actividades que ocurren en la polis implica, así, un saber sobre el ordenamiento —basado en la prohibición o el permiso— de los comportamientos de los miembros de un grupo social dentro de un cierto territorio; el cual se materializa en la legislación a través de normas y su ejecución. Por otra parte, no sólo se ordenan los comportamientos, sino también la distribución de los recursos materiales con los que cuenta esa sociedad, de modo que se establece un estrecho vínculo entre política y economía. En este sentido, la acción política está siempre ligada, de un modo u otro, al ejercicio del poder, entendido como la capacidad de influir, condicionar y regir las conductas de otros. Cuando las acciones que se toman dentro del ámbito de la política involucran a otros cuerpos políticos, (por ejemplo, en el comercio, en los actos diplomáticos, la conquista de territorios o en la defensa militar), se habla entonces de una política exterior.
Filosofía política
Hacia la modernidad, la política en tanto conjunto de saberes en torno a las formas de gobernar fue adquiriendo otras denominaciones, a saber: ciencia del estado, ciencia política, filosofía política. En líneas generales, la filosofía política comprende la argumentación, desde distintos sistemas de pensamiento, acerca de los problemas relativos al poder. Ésta se puede pensar como la teorización de un modelo ideal del estado; como una indagación sobre los fundamentos y la legitimidad del poder; como una investigación sobre los criterios y las leyes propias que hacen a la política; o como un discurso crítico acerca de la praxis política. El contractualismo de Hobbes, Locke y Rousseau, así como los desarrollos de Kant, Hegel, Weber o Marx, resultan decisivos para la filosofía política moderna.
Confucio, relacionó el buen desempeño como gobernante con la aptitud ética, considerando que solo un hombre virtuoso debe tener autoridad; Platón argumentó que todos los sistemas políticos son corruptos por naturaleza y que el gobierno debía recaer en una clase educada para esa actividad; Aristóteles aseguró que la política es intrínseca a la naturaleza del hombre, que es necesaria para vivir en plenitud moral y que toda forma de gobierno puede tener una vertiente correcta y otra incorrecta; Nicolás Maquiavelo aseveró que el fin justifica los medios, resumiendo una postura consistente en acceder a posiciones de poder mediante la utilización de subterfugios; Thomas Hobbes se refirió a un hipotético estado de naturaleza en que los hombres tendrían libertad absoluta, aspecto que desencadenaría confrontaciones constantes, por lo que sería necesario un contrato social; John Locke se opuso a que el estado de naturaleza implicase una constante lucha; Jean-Jacques Rousseau asignó otros matices a la idea de pacto social desarrollada por Hobbes y Locke; John Stuart Mill ensalzó a la democracia como un gran avance; y por último, Karl Marx aseguró que toda forma de gobierno hasta la época representaba a una clase dominante. Según este último, la sociedad está regida por una lucha de clases por ser “la clases dominante”. En este sentido, Marx plantea que la sociedad es una lucha de clases constante, y el conflicto es inminente y permanente.
Dentro de la democracia, la forma representativa supone que los individuos eligen mediante el voto a sus representantes, pero la participación de éstos no se extiende más allá de esta acción de voto. En cambio, la democracia participativa supone una actividad mucho más amplia de los ciudadanos en el área política, como pueden ser las consultas populares o las audiencias públicas. Más allá de la postura en lo que respecta al ejercicio de esta actividad, lo cierto es que es necesaria para vivir en sociedad. La opinión extendida que la asocia con situaciones de corrupción puede ser cierta, más no invalida su relevancia. Solo con educación en esta materia se asegura una mejor integración ciudadana, y por ende, una mayor y mejor participación.
En un contexto global de crisis y cuestionamiento de la actividad de los representantes de los gobiernos, la efervescencia de la actividad política de la sociedad en general se ha fomentado en los últimos años. Protestas, movilizaciones, manifestaciones en diferentes puntos del planeta permiten reflejar la acción social en cuanto a luchar por los derechos de los ciudadanos y a protestar por mejoras en los sistemas económicos/políticos actuales.
Por su parte, el modelo político de un estado se complementa con un modelo económico predominante. Sin la economía no puede pensarse el accionar político. En la actualidad, dentro siempre del sistema capitalista, dos modelos pueden diferenciarse claramente: el neoliberal donde la acción del estado es acotada, y no regular el mercado, porque éste se autoregula y es capaz de enmendar sus propias falencias, y el modelo populista, que plantea un estado interventor, que regular la actividad financiera/económica, y busca equilibrar las brechas entre ricos y pobres.
La política y lo político
Una de las discusiones más relevantes en el pensamiento contemporáneo en torno a la cuestión política ha sido la distinción entre los conceptos de la política y lo político. Por una parte, lo político hace referencia a la dimensión instituyente del orden social, ligada a los momentos de conflicto, a partir de los cuales emergen o se transforman las instituciones —y que, por ello, no se limita a procesos que ocurren dentro de los canales “oficiales” que ofrecen las instituciones—.
Por otra parte, la política remite a la administración de lo dado en la esfera de lo ya instituido. Lo político, como consecuencia de su indeterminación constitutiva, alcanza espacios que exceden a la política, tales como lo cultural, lo social, el lenguaje, las formas de vida y de sociabilidad. Al imprimir un ordenamiento a lo político, la política constriñe la pluralidad de alternativas de orden posibles a uno solo, es decir, a una administración de lo dado entre otras, igualmente contingentes. Ahora bien, la política no implica la anulación de lo político una vez que se instituye un orden determinado, sino que inaugura una tensión, el conflicto social, la cual se incorpora como un rasgo inherente al orden social: ningún proceso social podría, en este sentido, estar exento de antagonismos.
Art. actualizado: Agosto 2022; sobre el original de octubre, 2008.
Referencias
Bobbio, N. (1996). El filósofo y la política. México: FCE.Bobbio, N.; Mateucci, N. y Pasquino, G. (Dir.) (1998) Diccionario de política. 11a ed. Madrid: Siglo Veintiuno.
Bobbio, N. (2003) Teoría general de la política. Edición de Michelangelo Bovero. Madrid: Trotta.
Retamozo Benítez, M. (2009). Lo político y la política: los sujetos políticos, conformación y disputa por el orden social. Revista mexicana de ciencias políticas y sociales, 51(206), 69-91.
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