Significado de zona de confort Definición, límites, y ejemplo de Freud
Licenciada en Psicología
Definición formal
La zona de confort es un marco de actuación invisible delimitado por la conformidad, seguridad, repetición y el miedo, negándose a nuevas oportunidades que puedan surgir fuera del territorio al cual uno se acostumbró.
¿Por qué uno opta que quedarse en su zona de confort?
Muchos sujetos eligen, consciente o inconscientemente, acomodarse en su zona de confort, debido a que brinda la seguridad de lo ya conocido. La rutina y el miedo a lo nuevo suelen favorecer esta fijación en la zona de confort, donde no tenemos que ensayar respuestas emocionales o conductuales diferentes, sino que nos desenvolvemos del modo habitual.
Las situaciones inéditas, sorpresivas o inesperadas, generan ansiedad y nos obligan a re-acomodarnos en modos nuevos de reacción y así titubean muchos de nuestros preconceptos o juicios acerca de la vida y los modos de habitarla. Esto puede asustarnos un poco.
La zona de confort nos brinda seguridad, sabemos desenvolvernos en ella. Allí no hay riesgos, por lo cual es tentador permanecer en ella.
Límites y peligros de la zona de confort
Podríamos plantearlo como una pequeña jaula, en la que nos refugiamos, permaneciendo protegidos de eventos nuevos. Pero esto implica, al mismo tiempo, estar acotados o restringidos a nuestra realidad actual, perdiendo así oportunidades de crecimiento o realización personal, laboral, social, etcétera.
Estamos hablando de una zona de acostumbramiento. Por ejemplo, tenemos un empleo hace varios años y lo sabemos hacer muy bien, entendemos cómo funciona nuestro lugar de trabajo y las relaciones sociales que en él se producen; no obstante, es un trabajo que hacemos a disgusto, del cual nos quejamos a menudo y siempre estamos soñando con otra labor, al que no nos animamos a postularnos. Cambiar de trabajo en este caso sería un riesgo, pero el verdadero peligro es nunca postularnos a ese trabajo soñado, por temor a salirnos de la zona de confort.
Los peligros de quedarse en esta zona son tan grandes como variados, desde estar en relaciones de pareja sin amor, tener tales amigos por inercia, quedarse en ciertos espacios, porque ya estamos ahí desde hace mucho. En definitiva, el peligro es que, por miedo a perder lo conocido, desaprovechamos muchas oportunidades que pueden estar esperando en el horizonte.
Persistir en lugares indeseados, meramente por no dar un salto a lo inexplorado, puede hacer de nosotros personas desmotivadas o apáticas. Una cosa es elegir estar en ciertas coordenadas de vida que sean rutinarias, pero tener la opción de modificarlas cuando queramos y otra, muy diferente, es sentirnos atados, privados de la libertad de hacer cambios.
Entender la diferencia entre confort y comodidad
No debemos asociar confort a comodidad, en un sentido placentero. Si bien en nuestra zona de confort sabemos qué hacer, pensar, sentir, eso no significa que estemos a gusto. Podemos estar muy estables y seguros en relaciones profundamente tóxicas, por ejemplo.
Existen, por ende, zonas de confort que son placenteras y en éstas habrá que evaluar, caso por caso, si realmente deseamos salirnos de nuestra zona de confort y en qué medida. Y, por otro lado, hay zonas de confort donde estamos seguros, pero desdichados y de estas, definitivamente, es conveniente escaparnos.
Salir de la zona de confort
Debido a la seguridad que nos genera, es para muchas personas extremadamente arduo salir de esta zona. Algunos emprenden nuevos caminos desconocidos incentivados por amigos, familiares o figuras significativas, que alientan este cambio; otros se ven impulsados por un deseo interior de ir más lejos de lo ya transitado; y están quienes inician una terapia psicológica, para explorar las raíces de este estancamiento en la zona de confort, para poder hacer algo con ello.
En una terapia psicoanalítica se tratará de buscar en las motivaciones tanto conscientes, como preconscientes e inconscientes, que nos ligan a la seguridad. No todos nos acomodamos en esta zona por las mismas razones, sino que como todos somos únicos, singulares, debemos recorrer los senderos de nuestro pasado y presente, descubriendo lo que no sabemos de nosotros mismos, pero que tiene influencia en nuestra vida.
De la zona de confort se puede salir poco o a poco o rápidamente, dependiendo la persona, pero para salir hay que asumir riesgos, emprender nuevas metas y evitar las postergaciones, hay que animarse a desear, a perderse un poco en lugares y personas nuevas, más allá de la realidad a la que estamos habituados y asumir las equivocaciones como parte de la vida y ocasión para el aprendizaje.
El ejemplo dado por el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud
Un claro ejemplo es el caso de Sigmund Freud, estudioso de la medicina y la neurología, que tras sus estudios con Breuer y luego con Charcot se fue alejando de los estudios nerviosos -aunque nunca dejó de tener en consideración y en aprecio el componente biológico de la psiquis- y teorizando sobre la Histeria y, a partir de allí, diversos temas alrededor del psiquismo, creando una nueva disciplina, el Psicoanálisis.
Por lo tanto, la zona de confort de Freud, debido a su formación académica, era la Medicina, pero siendo una persona muy inquieta intelectualmente, asumió los riesgos de incursionar en nuevas investigaciones, pese a recibir en muchas ocasiones el rechazo de su propia comunidad científica. Sorteando grandes resistencias de la sociedad y fuera de la seguridad de los saberes que ya había adquirido universitariamente, este autor logró grandes descubrimientos como el Inconsciente, esa parte de nuestra mente donde suceden cosas de las que no tenemos noticia.
Trabajo publicado en: Jun., 2019.
Ilustraciones: antoonsparis, dalebor
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