Definición de Caudillismo
El Caudillismo es un fenómeno surgido en Latinoamérica a lo largo del siglo XIX que consistió en la llegada al poder por mecanismos poco regulares de líderes dotados de un fuerte carisma.
Apoyados por importantes grupos de población, a los que seducían con su fuerte personalidad y toda una serie de promesas, estos líderes se hacían con el gobierno apoyados por sectores militares opositores. Tras su instalación en el poder, y tras un breve periodo de transición, solían convocar elecciones en las que salían vencedores, y de esta forma daban legitimidad a su maniobra.
Sin embargo, tras el caudillismo no se escondía un deseo real de ayudar a solucionar los problemas del pueblo, sino más bien la pretensión de hacerse con el poder y favorecer a aquellos grupos de poder que le eran afines.
Esto solía ocasionar la repetición del proceso, con nuevos líderes que encabezaban las protestas y revueltas, y un apoyo popular motivado por la frustración del pueblo al no cumplirse todo aquello que en su momento se le hubo prometido.
Etimológicamente, procede del término latino “Capitellus, capitelli”, y su significado es “Gobierno del caudillo”
Rasgos y características del Caudillismo
Aparte de la ya mencionada particularidad del fuerte carisma de todos y cada uno de estos caudillos, el sistema en sí presentaba una serie de características que se repetían una y otra vez con independencia de qué persona ostentase el poder en ese momento.
Uno de estos rasgos era la búsqueda de la popularidad y el desprestigio de los opositores, una característica que permanece constante a lo largo del tiempo en muchos otros regímenes de corte personalista que se han sucedido en América Latina con posterioridad.
Todos los que accedían al poder disponían de poder y dinero, por lo que, pese a contar con el apoyo popular, no puede considerarse que formasen parte de una clase social baja. Más bien al contrario, gozaban de buenos contactos e influencias, y eran estos grupos de poder los que se beneficiaban cuando el nuevo caudillo alcanzaba el gobierno.
Se apoyaban en su retórica y capacidad de persuasión para convencer al pueblo de que les diesen su apoyo, utilizando cualquier recurso que les resultara útil. Tan válido era apelar a sentimientos nacionalistas como construir una red clientelar a base de obsequios.
Por último, supeditaban las instituciones democráticas a sus propios objetivos. Todos proclamaban ideas nobles, tras las que se escondían intereses particulares, y una vez instalados en el poder se encargaban de lograrlos controlando la voluntad de los partidarios y reprimiendo a los opositores, por lo que los aparentes regímenes democráticos no eran sino una pantomima.
Fotos: iStock – duncan1890 / Linda Steward
Trabajo publicado en: Abr., 2016.
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