Definición de Desigualdad
El término desigualdad se utiliza para señalar lo opuesto de igualdad, es decir, la falta de equilibrio entre dos o más cosas. La noción de desigualdad por lo general tiene un significado negativo y no significa diversidad (en el sentido de que no todos son iguales) si no que representa la idea de falta de equilibrio entre dos o más partes que toman lugar en el hecho. Normalmente, el término se relaciona con cuestiones sociales y de acceso al mismo estilo de vida, fenómenos que tienen que ver con la sociedad y que representan el establecimiento de jerarquías sociales, diferencias y distinciones entre diversas clases o grupos sociales.
Todos tenemos una idea aproximada de lo que significa el concepto de desigualdad, resumiendo, es simplemente la falta de semejanza entre dos cosas o realidades.
Como explicábamos la desigualdad como idea general tiene normalmente una dimensión comparativa, pues se trata de establecer las diferencias entre dos cuestiones. Por otra parte, cuando hablamos de cosas desiguales no comparamos cosas completamente distintas (por ejemplo, una fruta y una montaña) sino cosas que tienen algo en común pero presentan algunas diferencias (por ejemplo, las desigualdades entre los humanos o entre las figuras geométricas).
El binomio igual-desigual sirve para entender aspectos muy diversos. En el ámbito del lenguaje lo utilizamos en el uso de sinónimos y antónimos. En la matemática no podríamos manejarnos sin la idea de igualdad y desigualdad. En zoología es necesario establecer las semejanzas y diferencias entre las especies. Y desde el punto de vista de la lógica del razonamiento, hablamos de la igualdad porque existe la desigualdad.
La lucha por la igualdad
Los humanos somos desiguales en muchos sentidos (en inteligencia, en fuerza o en condiciones sociales). Hay desigualdades que son aceptadas con normalidad, pues se consideran lógicas y naturales y, en este sentido, no estaría justificado que alguien reivindicara su participación en igualdad de condiciones en unos Juegos Olímpicos por el simple hecho de dedicarse a un deporte. Sin embargo, ciertas desigualdades entre las personas son consideradas injustas o indeseables (por ejemplo, las relacionadas con el salario entre hombres y mujeres).
Las desigualdades catalogadas de injustas han promovido una lucha a lo largo de la historia. Es lo que ha sucedido en relación con la esclavitud, el movimiento feminista o la discriminación racial. En nuestros días el combate contra las desigualdades continúa vivo en muchos órdenes, desde el ámbito de las personas con discapacidad hasta la discriminación por motivos religiosos, étnicos o culturales.
El lado polémico de la igualdad
La aspiración a la igualdad entre los hombres como anhelo para superar la discriminación es un sentimiento noble y un ideal digno. Sin embargo, no está exenta de algunas aspiraciones perversas. El comunismo es una ideología que propone la plena igualdad de todos y en su intento de aplicación de esta idea este movimiento revolucionario ha protagonizado todo tipo de atrocidades a lo largo de la historia. La imposición de la igualdad tiene riesgos e inconvenientes.
Pensemos en un empresario que, de buena fe, decide imponer el mismo salario entre todos sus trabajadores independientemente de cuáles sean sus funciones o en un entrenador de fútbol que decide que todos los jugadores deben jugar la misma cantidad de minutos a lo largo de un campeonato. Este tipo de propuestas tienen una motivación igualadora pero van en contra de la eficacia y de la rentabilidad (un equipo de fútbol no juega una competición para hacer justicia sino simplemente para ganar).
Con el fin de combatir los males de la desigualdad no parece razonable inspirarse en un criterio de absoluta igualdad. En esta línea, empleamos habitualmente un criterio alternativo, la igualdad de oportunidades, el cual viene a decir que somos desiguales pero es conveniente que haya unas condiciones de partida que nos sitúen en un plano de igualdad inicial y en función del esfuerzo o la capacidad de cada uno irán surgiendo las lógicas diferencias entre los individuos.
En conclusión, el problema de la igualdad social presenta tres alternativas
1) aceptar la desigualdad como algo inevitable (sería el planteamiento de algunos neoliberales),
2) imponer la igualdad como criterio para eliminar la injusticia (planteamiento clásico del comunismo) y
3) defender la igualdad de oportunidades para promover el equilibrio en el conjunto de la sociedad (propuesta clásica de la socialdemocracia).
Fotos: iStock – kavastudio / duncan1890
Trabajo publicado en: Oct., 2010.
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