Definición de Guerra de Crimea
Periodista esp. e investigador
De actualidad nuevamente desde el episodio de guerra híbrida que finalizó con su anexión a Rusia en marzo de 2014, Crimea ha tenido una larga historia de territorio en disputa, gracias a su situación estratégica. Uno de estos episodios daría origen, incluso, a un poema épico del gran poeta británico Alfred Tennyson.
La guerra de Crimea fue un conflicto bélico librado entre octubre de 1853 y marzo de 1856 por una coalición liderada por la Gran Bretaña, el Segundo Imperio Francés, y el Imperio Otomano por una parte, y el Imperio Ruso por la otra.
Dicho conflicto se enmarca en el llamado Gran juego, un enfrentamiento (alguna vez sangriento, como es el caso, pero en la mayoría de las ocasiones estratégico) entre los imperios británico y ruso, por el control del cáucaso y partes de Asia como Afganistán.
La intervención tanto de Gran Bretaña como de Francia se realizó para evitar una derrota total del Imperio Otomano, lo que hubiera dejado las manos libres para Rusia en el Cáucaso.
La guerra había empezado en 1853 en dos frentes: el Cáucaso y la zona del delta del Danubio. Gran Bretaña y Francia temían una intervención del Imperio Austríaco en favor de Rusia para aprovechar la ocasión y depredar los territorios europeos del Imperio Otomano. Rusia temía también la intervención austríaca en sentido inverso, en apoyo a los otomanos.
Una victoria rusa en la guerra habría inclinado la balanza del poder y dominio global disputado entre británicos y rusos a favor de estos últimos, así que británicos y galos (a los que tampoco les hacía mucha gracia el potencial ruso, con el recuerdo de las Guerras Napoleónicas) decidieron intervenir.
Además, por Francia, Napoleón III quería restaurar la grandeur perdida tras la derrota en las Guerras Napoleónicas.
La elección de un ataque a Crimea respondía al hecho de que la flota rusa del Mar Negro tenía su base operativa en Sebastopol.
La caída de Crimea desbarataría cualquier intento ruso por atacar directamente Anatolia mediante un desembarco, obligándoles a luchar por tierra en una guerra de desgaste.
Los aliados esperaban una campaña relámpago y una victoria fácil, pero toparon con una realidad muy distinta, con un ejército ruso que puso ganas y contó con medios (especialmente humanos), provocando con ello una resistencia enconada y una campaña larga y sangrienta.
En varios aspectos, Crimea fue el precedente de lo que más adelante sería la Primera Guerra Mundial, un conflicto que se empantanó en una guerra de posiciones con trincheras, y una mala vida para los soldados en el frente.
La preocupación de la mayoría de los mandos por el bienestar de sus hombres también brilló por su ausencia, y la logística fue organizada casi como en las guerras napoleónicas para ejércitos que, con nuevas armas, técnicas, tácticas, y una superior velocidad, demandaba una nueva forma de trabajar para hacerles llegar los pertrechos.
Para resumir, podríamos decir que los ejércitos no estuvieron a la altura de sus soldados.
Un pretexto para la guerra fue el religioso, concretamente el conflicto entre las iglesias cristianas ortodoxa por un lado, versus la católica y la protestante por el otro.
El tema en este caso era la protección de las comunidades cristianas en suelo otomano, así como también la protección de los santos lugares, como Jerusalén.
El “casus belli” para romper las hostilidades fue la destrucción de la flota otomana anclada en Sínope por parte de la flota rusa del Mar Negro.
Con dicha flota, los otomanos abastecían a las fuerzas de los territorios del Cáucaso que resistían a los intentos de anexión por parte del Imperio Ruso, con el apoyo del Imperio Otomano.
De hecho, la presencia de estos buques otomanos en Sínope era una clara provocación hacia el Imperio Ruso, además de forzar la intervención aliada; sin flota, el Imperio Otomano era extremadamente vulnerable a los ataques rusos, lo que no interesaba a Gran Bretaña y Francia por los motivos antes explicados.
El 3 de enero de 1854, una escuadra conjunta anglo-francesa entraba en el Mar Negro con el objetivo de proteger los restos de la flota otomana y sus puertos.
Mientras, los rusos vencían a los otomanos en los frentes danubiano y caucásico, aunque no les faltaba la determinación para explotar dichas victorias.
Austria finalmente intervino en los Balcanes contra los rusos, pero también para impedir que fueran los otomanos quienes se quedaran con aquellos territorios que los rusos evacuaron, mientras una fuerza expedicionaria anglo-británica intentaba un desembarco -fallido- en el lejano oriente ruso, concretamente en la Península de Kamchatka. Incluso llegaron a desplegar operativos en el Báltico.
Finalmente, decidieron asestar el golpe con su fuerza expedicionaria al punto sobre el que basculaba la ofensiva rusa: Crimea y, más concretamente, la base de Sebastopol.
El sitio a esta ciudad empezó el 19 de septiembre de 1854, y el 25 de octubre del mismo año tuvo lugar, en la Batalla de Balaclava, un hecho que ha pasado a la historia, con poema épico y película épica incluídos: la carga de la Brigada Ligera.
Este pasaje épico, fruto de una serie de errores en la cadena de mando, llevó a la brigada de caballería ligera británica a cargar contra la artillería rusa a través de un valle de un kilómetro y medio de largo, flanqueado por defensas rusas. En resumen: un verdadero matadero.
La batalla de Balaclava, junto a la anterior del río Almá y la posterior de Inkerman, son los nombres más famosos de la guerra. En estas refriegas, los aliados superaron a los rusos, pero no de forma decisiva, por lo que estos últimos pudieron mantener Sebastopol hasta su caída el 9 de septiembre de 1855.
En enero de 1855 se unía al bando aliado el Reino de Cerdeña, que buscaba así contribuir con reconocimiento internacional al proceso unificador de Italia.
Antes de la caída de Sebastopol, los mandos rusos intentaron un último movimiento para liberar la ciudad, que se concretó en la batalla del río Chiórnaya, que terminó en una nueva derrota para los súbditos del zar.
Pese a que Alejandro II intentó continuar la guerra, la situación en los diferentes escenarios le hizo reconsiderar su opinión y abrir una línea de negociación con los aliados, que cristalizaría en el Tratado de París de 1856
A esta decisión contribuyó que Suecia entrara en guerra con Rusia en Noviembre de 1855, lo cual dificultaba la defensa rusa en el frente báltico.
Quienes salieron ganando del Tratado de París (por lo menos a corto plazo) fueron británicos, franceses y otomanos, y quienes salieron perdiendo fueron los rusos, con los austríacos quedando beneficiados por algunas medidas y perjudicados por otras.
Fotos: Fotolia – Archivist
Trabajo publicado en: Dic., 2018.
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