Definición de Maduración
Profesora en Filosofía
1. Evolución completa de un organismo vivo, estructura o función. Ejemplos: a) Maduración física; b) M. cognitiva.
2. Cambios que ocurren en cada ser humano a lo largo de toda su vida.
3. Proceso de desarrollo de las células reproductivas hasta que estén listas para tener la capacidad de desempeñar su función primordial.
4. Tiempo necesario para alcanzar el nivel deseado de algo. Ejemplo: Maduración del queso; M. del vino; M. de una idea.
Etimología: Por los modos del latín maturatio, maturatiōnis, respecto del verbo maturāre, y el sufijo -tio, -ōnis, reflejado en -ción, en propiedad de acción-efecto.
Cat. gramatical: Sustantivo fem.
En sílabas: ma-du-ra-ción.
Maduración
La maduración es el proceso de desarrollo por el cual un individuo llega a ser lo que es, pasando a través del despliegue de diferentes estadios. Se trata de un término utilizado tanto en el campo de las ciencias sociales, como en el de las ciencias exactas, en particular a nivel biológico. La maduración se halla estrechamente ligada, en este sentido, con el concepto del desarrollo. En los seres humanos, la idea de maduración está asociada al crecimiento, no sólo biológico, sino psicosocial, por el cual alcanzamos la etapa de adultez.
El desarrollo en la psicología evolutiva
Se llama psicología evolutiva a la disciplina que estudia el desarrollo de la vida psíquica humana. Una de las primeras cuestiones que se plantea al dar una definición de estas características es la de la identidad del sujeto individual a través del tiempo, es decir, la unidad que rige la actividad del hombre a través de toda su vida. En consecuencia, tanto en la noción de desarrollo como en la noción de maduración, existe, a la base, una concepción fundamental sobre la temporalidad y la modificación de un mismo individuo a través del tiempo, la cual permite dar una continuidad a las transformaciones evolutivas que atraviesa dicho individuo.
De acuerdo con el psicólogo Jean Piaget (1896-1980) —considerado el padre de la epistemología genética y un referente dentro de la psicología genética—, el proceso evolutivo que transitan los niños aparece como la continuidad de una unidad que expresa una variación entre diferentes estadios, la cual implica una sucesión entre etapas que siguen un orden cronológico. Este proceso ocurre de manera integrativa, es decir que las estructuras constituidas en cada período se integran, luego, en las sucesivas estructuras que se despliegan en los estadios subsiguientes. Así, el desarrollo madurativo no consiste en una yuxtaposición de estados, sino en cambios graduales y permanentes, de manera que cada estadio contiene en su interior distintos grados de variación.
Siguiendo los aportes del psiquiatra y psicoanalista José Bleger (1922-1972), en la línea de Piaget, cada nivel sucesivo resulta más complejo, más organizado, más integrado, más diferenciado y más especializado que el anterior. Los niveles ulteriores, de mayor integración, contienen a los anteriores, a la vez que presentan nuevas cualidades.
Crecimiento, maduración y aprendizaje
El desarrollo, así, puede ser pensado como el conjunto de transformaciones de las estructuras psicofísicas del ser humano, definidas en una dirección temporal y sistemática. Éste se compone por diferentes elementos: en primer lugar, el crecimiento, que hace referencia a la progresión en aumento de los elementos —principalmente, físico-biológicos— que constituyen al individuo; el cual está guiado por la información genética disponible.
En segundo lugar, la maduración, por la cual se remite, generalmente, a la capacidad de una adecuada adaptación psicofísica del individuo al ambiente —a partir de la capacidad plástica de su potencial genético—; por medio de la cual el niño adquiere, gradualmente, los rasgos característicos típicos de los miembros de su comunidad que ya han alcanzado la adultez.
La maduración implica tanto integración como diferenciación, en la medida en que dirige una especialización progresiva de las estructuras psicofísicas para cumplir diferentes funciones. Así, el organismo individual, como un todo integrado, atraviesa una complejización de sus estructuras internas, correlativa a las exigencias que le impone el medio. En consecuencia, la maduración se halla estrechamente ligada a la especialización adaptativa de las funciones orgánicas, cada vez más precisas, a la vez que se mantiene la unidad individual de la personalidad.
Por último, en tercer lugar, encontramos el aprendizaje, que impulsa y da forma al desarrollo del individuo en el contexto de la realidad dada. El aprendizaje solamente es posible si hay una maduración previa que permita el pasaje del reflejo condicionado, dado por un mecanismo de estímulo-respuesta, al pensamiento.
Didáctica y maduración
En tanto la educación se entiende, entre otras dimensiones, como una adaptación del individuo al medio social, la didáctica toma como base para ello las tendencias propias de cada estadio del desarrollo mental. En este sentido, la educación considera, por un lado, al individuo y, por el otro, a la sociedad, como los dos factores decisivos para el proceso educativo. Es por ello que éste último resulta inescindible, a la hora de su planificación, del entramado propio del desarrollo humano, a saber, la correlación entre crecimiento, maduración y aprendizaje.
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Art. actualizado: Junio 2022; sobre el original de enero, 2014.
Referencias
Knobel, M. (1964). El desarrollo y la maduración en psicología evolutiva. Revista de psicología, 1.Flores, J. I. R. (1985). Bases psicológicas de la didáctica: desarrollo-maduración-aprendizaje. Aula abierta, (43), 19-33.
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