Qué es Suplicar

Las personas podemos realizar peticiones de una forma habitual. Un favor es una forma de petición. Sin embargo, existen distintos modos de hacer este tipo de pedidos. Cuando una persona suplica a otra un asunto determinado, lo hace con insistencia porque este hecho es muy importante para ella y solicita que el otro se haga cargo de ello. Podemos suplicar a una persona para pedirle un favor que es muy importante en nuestra vida.

En ocasiones, la súplica surge como una respuesta cuando notamos que la otra persona no se muestra receptiva a nuestra petición y entonces, insistimos en nuestro propósito con el objetivo de hacerle cambiar de opinión o incluso, de ablandar su corazón. En cualquier súplica existe una actitud de humildad (es difícil suplicar desde la arrogancia). Aquel que es humilde y realiza una petición a otra persona está reconociendo la necesidad de recibir ayuda.

No existe súplica sin motivo

Del mismo modo, también existe convicción en la petición, de tal modo, que la persona puede respaldar con argumentos concretos su petición. La persona realiza un ruego y desea sentirse escuchada, apela incluso a la compasión del prójimo. Una persona puede suplicar el perdón de otra si esta responde con indiferencia ante el deseo de reconciliación. Las súplicas transmiten sinceridad ya que comunican la intensidad con la que la persona desea un objetivo concreto. Detrás de toda súplica existe un motivo de peso.

Mientras que en muchos momentos de la vida podemos cometer el error de dejarnos llevar por el individualismo, por el contrario, en un momento de súplica la persona toma conciencia de que no es una isla asilada sino que se relaciona con los demás porque además, necesita de esta relación para vivir.

Súplicas en la oración

Las súplicas también pueden remitir a la divinidad. Por ejemplo, en el contexto de la religión católica las personas pueden suplicar a través de sus oraciones ser perdonadas en sus errores. En este caso, la súplica es un acto sincero de reflexión interna que parte de la aceptación de los fallos cometidos y del propósito de no volver a realizarlos.

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