Definición de Golpista

El término golpista permite referir en nuestra lengua a aquellas personas o grupos que apoyan o contribuyen de manera directa a un golpe de estado, es decir, el golpista es quien perpetra un golpe de estado pero también aquel que colabora en que ese hecho se produzca en efecto.

Derrocar al gobierno de turno mediante el uso de la violencia

Los golpes de estado y por supuesto los golpistas que los llevan a cabo tienen la misión de derrocar al gobierno en ejercicio, en tanto, para conseguir el objetivo de desbancar a las autoridades que gobiernan es habitual que estos grupos golpistas utilicen la violencia, hecho por supuesto incluye uso de armas de fuego y hasta explosivos que tienen la intención de amedrentar.

Tradicionalmente los golpes de estado han sido concretados por fuerzas militares pero también por grupos de rebeldes que no están de acuerdo con el gobierno en ejercicio y entonces deciden asestar un golpe para derrocarlos.

La imposición, la violencia y la ausencia de libertad son los elementos característicos de los golpes de estado.

Esta estrecha relación con la violencia que tienen desde su inicio hace inevitable que los gobiernos que se instalan de este modo, tras un golpe de estado, gobiernos de facto o dictaduras militares como se los designa popularmente, desplieguen un exacerbado uso de la violencia contra el pueblo que no los acepta y por supuesto contra la dirigencia política que los rechaza y denuncia.

Desprecio por el valor de la ley

En la actitud golpista no hay ningún respeto por el valor de la ley y por eso es que se decide actuar de manera arbitraria contra lo que la constitución establece en materia de mandatos.

Lamentablemente, por las consecuencias que ya señalamos conlleva, los golpes de estado y los golpistas han sido una nefasta realidad de muchas naciones y a las que le costó sangre, sudor y muchas lágrimas recuperarse de la acción golpista.

Por ejemplo, la Argentina, en el año 1976, sufrió uno de los golpes de estado más tremendos de su historia por el terrorismo de estado que instalaría y que dejaría como saldo unas tres mil personas desaparecidas. Este golpe encabezado por los militares derrocó a la presidenta en ejercicio, María Isabel Martínez de Perón, y de inmediato desarrolló una implacable persecución contra aquellos que criticaban el régimen, que incluyó detenciones ilegales, torturas y por supuesto asesinatos.

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