Significado de primer, segundo y tercer mundo, y país emergente Definición, y diferencia
Periodista esp. e investigador
Los cuatro términos son de acuñación y uso reciente, especialmente el de país emergente, cuya historia se remonta apenas a unas décadas. Históricamente, primer y segundo mundo nacen al materializarse la separación, a través del Telón de acero, del mundo en tres bloques tras la Segunda Guerra Mundial: el capitalista (o autodenominado libre, algo que también se autodenominará su oponente), el comunista, y los países no alineados.
Sin una paternidad reconocida, lo que es seguro es que fueron los países capitalistas los que acuñaron las denominaciones de primer, segundo y tercer mundo, aludiendo a ellos mismos como el primero (más desarrollados económica y socialmente según su propia cosmovisión), al segundo mundo como los países del bloque comunista, menos ricos y desarrollados, y el tercer mundo como los países en vías de desarrollo situado por lo general alrededor del ecuador y al sur de este, en los continentes africano, americano y asiático.
Por motivos diplomáticos, el término “segundo mundo” siempre fue poco utilizado, pues etiquetar de esa forma a países con armamento nuclear como la URSS y China (si a esta última no se la consideraba en ciertos círculos directamente como del tercer mundo) era, como poco, temerario.
Pero tercer mundo sí ganó adopción mundialmente para referirse a aquellos países cuyas economías no podían sustentarse por ellas solas, necesitando ayudas e intervenciones por parte de otros países o entidades internacionales, tales como el Banco Mundial, o el Fondo Monetario Internacional.
“Tercer mundo”, como forma de insulto, también se empezó a popularizar para referirse, despectivamente, a otros países, o al propio, dependiendo del discurso en el cual se enmarcara el uso de dicho término. Y, todavía hoy, sigue siendo una expresión empleada de forma insultante.
Cae el Telón de acero y entran en escena los países emergentes
La caída del Muro de Berlín y el hundimiento de los gobiernos comunistas en toda Europa del este y la URSS, con el desmembramiento de la propia Unión Soviética, Yugoslavia, y la separación de Checoslovaquia, cambió drásticamente el panorama geoestratégico, afectando a la larga a los equilibrios de poder existentes en el mundo.
La situación para muchos de aquellos países que habían vivido durante décadas bajo el yugo de dictaduras comunistas empeoró durante unos años, sólo para mejorar tras mucho esfuerzo, sufrimiento y privaciones. Mejora, eso sí, en términos macroeconómicos, que no beneficiaba a toda la población por igual.
Paralelamente, algunos países del llamado ‘tercer mundo’ buscan su prosperidad económica, especialmente los de mayor tamaño, como Brasil e India.
Este camino se realiza con reformas económicas, legislativas y, nuevamente, primando la macroeconomía por encima del beneficio global a toda su población, aunque a parte de esta (por pequeña que sea dicha parte) también le salpica el beneficio.
Tras el hundimiento de buena parte del bloque comunista, China toma el relevo de la URSS como defensora del modelo socialista, aunque introduce reformas económicas de corte capitalista, pese a que estas no se ven acompañadas por reformas del sistema legislativo ni de una apertura a la democracia.
Esas reformas harán del gigante asiático (que hasta entonces, y como dijo Napoleón, había estado dormido) una de las economías más pujantes en los siguientes años, y ejemplo paradigmático de un mercado, economía o país emergente.
Este término, ‘cocinado’ a principios de la década de los 80 del siglo XX por las organizaciones financieras internacionales, ganará fama popularmente entre finales de los 90 y principios del nuevo siglo XXI para denominar a China y a un grupo de países cuyas economías ‘emergen’ y pujan por hacerse un hueco entre las de los países industrializados y más ricos del primer mundo.
Son, principalmente, el grupo llamado BRIC: Brasil, Rusia, India y China.
Grandes grupos industriales
Algunos, como India y China, sometidos durante siglos a los intereses de potencias colonizadoras, organizan un tejido industrial que ya no busca servir a los intereses extranjeros, si no a los propios e, incluso, lanzarse a conquistar el mundo. Porque ser emergente también significa no tener tapujos y atreverse a todo.
La industria de la telefonía móvil china, con marcas como Xiaomi y Huawei es un claro ejemplo de esta voluntad, así como el conglomerado indio Tata (con múltiples intereses en diversos sectores de mercado), o la petrolera rusa Rosneft, por citar tan sólo algunos ejemplos.
Si bien todos estos países todavía ven como una parte de su población vive bajo el umbral de la pobreza, su crecimiento se basa en una incipiente clase media que, cada vez más, demanda bienes de consumo, especialmente electrónicos, que se han convertido para la población en un símbolo de estatus.
No obstante, esta relativa prosperidad económica, no se ve en la mayoría de los casos acompañada de una apertura en lo político, especialmente en las economías emergentes de mayor tamaño, tal y como antes he dicho respecto a China, o Rusia.
Trabajo publicado en: Dic., 2020.