Definición de Autoimagen
Profesora en Filosofía
La autoimagen es la percepción que tenemos sobre nosotros mismos, a partir de un constructo global representativo que damos al resto de las personas.
La autoimagen no se basa exclusivamente en el aspecto físico, sino que tiene en cuenta la identidad en su totalidad, por ejemplo, a partir de nuestros gestos, formas de hablar, modos de vestir, de nuestras ideas y sentimientos. En la psicología, el concepto de autoimagen reviste una gran importancia, puesto que las emociones y pensamientos que uno tiene sobre sí mismo influyen sobre el bienestar psíquico.
La noción de autoimagen en la psicología
El filósofo y psicólogo estadounidense W. James (1842-1910) desarrolló el concepto de autoimagen, señalando que éste se apoya sobre la capacidad de distinguir entre aquellos pensamientos que pertenece al yo y aquellos que no pertenecen a él. Tal conciencia de sí constituye un fenómeno subjetivo, que se percibe como una sensación. La autoimagen, en este sentido, está estrechamente ligada a la idea de una identidad personal, por la cual mantenemos una unidad de nuestro yo a lo largo del tiempo.
Mientras que la identidad personal es la sensación que tiene el yo sobre sí mismo, la autoimagen se construye no a partir del “yo”, sino del “mí”, que comprende no sólo nuestra persona, sino todo aquello que podemos llamar “nuestro”. El “mí” se clasifica en tres tipos: material, que refiere a las realidades físicas que poseemos, a saber, nuestro cuerpo y todos nuestros bienes materiales; social, por el cual tenemos conciencia de la imagen que otros tienen sobre nosotros; y espiritual, que reúne los estados de nuestra conciencia, nuestras capacidades, disposiciones y procesos psíquicos.
Las facetas del “mí” sobre las cuales se configura la autoimagen tienen un impacto emocional sobre la conciencia del yo que las abarca, el cual tiene consecuencias para la vida psíquica, en la medida en que uno se apropia en mayor o menor grado de ellas. Es decir que el yo comprende a todas las dimensiones del “mí”, y nuestra conciencia sobre el yo se ve afectada por el impacto que tienen esas dimensiones sobre nuestra autoimagen, de acuerdo con el nivel de importancia que les otorguemos.
James señala que la autoimagen, ya sea positiva (autocomplacencia) o negativa (autodisatisfacción), no siempre se corresponden con las cualidades objetivas reales positivas o negativas de cada persona, sino que el modo en que esa persona se ve a sí misma aparece condicionado por la propia estimación, establecida en función del éxito que se tiene en realizar los objetivos propuestos por uno mismo. Así, por ejemplo, si un individuo asume como meta ganar mucho dinero, privilegiando la dimensión material del “mí”, y no lo logra, su autoapreciación resultará negativa.
La idea de James respecto de la relevancia que adquiere la comparación entre expectativas y éxito sobre la autoimagen ha sido retomada por otros autores, haciendo hincapié sobre la noción de que el impacto psicológico sobre la autopercepción que tiene la ejecución de una acción no depende estrictamente del resultado de dicha acción, sino fundamentalmente de su comparación con resultado esperado de aquella.
Luego, si logramos realizar una actividad que considerábamos fácil, o si fallamos en una actividad que considerábamos difícil, el impacto no será el mismo que al fallar en una actividad que esperábamos realizar o al lograr concretar una tarea que vemos ardua. De esta manera, nuestras expectativas dependen de nuestra autoimagen, en la medida en que nos consideramos capaces o no de llevar a cabo una determinada acción; pero, a la vez, nuestra autoimagen se ve afectada por el éxito o el fracaso en la consecución de dicha acción, según el modo en que la hayamos anticipado.
Autoimagen y redes sociales en la época actual
Las técnicas de producción de la propia imagen se han transformado a lo largo de las diferentes épocas históricas. En la actualidad, la circulación digital de imágenes por medio de las redes sociales configura un modo específico de vincularnos con la identidad, propio de las sociedades contemporáneas.
La “selfie” se ha convertido en la forma más extendida de autopresentación a través de la imagen, de modo tal que se constituyó como uno de los dispositivos de construcción de la identidad privilegiados en la sociedad occidental.
Los análisis de las ciencias sociales y las humanidades al respecto de las selfies dan cuenta de una cierta ambivalencia, en la medida en que el fenómeno puede entenderse como un síntoma narcisista propio de las sociedades bajo el capitalismo tardío, en el contexto de las cuales la propia subjetividad se presenta como una mercancía que es colocada en un mercado de imágenes, para su consumo; así como también otras interpretaciones sugieren que se trata de una práctica de visibilización de subjetividades subalternas, a la manera de una herramienta de comunicación para distribuir causas y tejer alianzas con otros actores sociales.
Art. actualizado: Julio 2022; sobre el original de marzo, 2013.
Referencias
Vega, L. G. (1999). Configuración histórica del concepto de autoimagen. Revista de Historia de la Psicología, 20(3), 405-414.Ayerbe, N., & Cuenca, J. (2019). El selfie como performance de la identidad. Explorando la performatividad de la auto-imagen desde el arte de acción. Papeles del CEIC, 213-213.
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