Definición de Idealización/Idealizar
Título de Prof. en Psicología
Idealizar es una percepción distorsionada que visualiza y exagera aspectos positivos, conforme centrarse exclusivamente en virtudes, y simultáneamente es capaz de ocultar, rechazar o desmentir posibles fallas, defectos, imposibilidades, lo que da como resultado una imagen ilusoria de perfección, distinta de la realidad. Se puede idealizar a una persona, situación, objeto y/o trabajo. Por ejemplo: “Mi profesión es lo mejor que me pasó en la vida, nunca me trae malos momentos, ni disgustos”, “Estoy de acuerdo con todo lo que dice y hace mi pareja, nunca peleamos”, “Creo que mi ciudad es la mejor del mundo y todos deberían venir a vivir aquí”.
Idealizar en el amor
Si bien cierta cuota de idealización suele ser común y esperable cuando conocemos a alguien, en la etapa de enamoramiento; en el amor puede ser perjudicial, ya que nos hace pretender perfección de alguien, lo cual es imposible y, al no conseguirlo, puede traernos enojo y frustración.
El amor maduro no sólo capta, sino que acepta los distintos aspectos de la otra persona, lo bueno y lo malo, entendiendo que somos seres humanos, con errores. Se trata de conocer al partenaire en su esencia y entender que no siempre va a pensar como nosotros.
Por ejemplo: “Ana ama los pequeños defectos de Juana, que la hacen real y humana”, “A Martín le encanta su pareja, a pesar de la diversidad de ideas que tienen, respecto de la religión”.
Por qué idealizamos
Cuando la realidad se nos hace muy difícil de consentir, de manera involuntaria y sin darnos cuenta, idealizamos, para no enfrentarnos con la impotencia que nos genera. Así, el mundo parece color de rosa y nos resulta más sencillo vivir en él.
Por ejemplo, podemos idealizar, de manera inconsciente, un matrimonio, pues la situación real no nos satisface y nos dolería mucho reconocerlo.
La sociedad también idealiza ciertos roles, profesiones, lugares del mundo. De esta forma ejerce un control: transmite ideales comunes y exigencias culturales. Así se moldea la subjetividad de la población, desde los lugares de poder, de manera estratégica y consciente.
Se habla, por ejemplo, de la maternidad rosa, que es aquella representación social que describe a las mamás siempre felices, todo el tiempo sabiendo qué hacer, resolviendo problemas de forma habilidosa y viviendo por y para sus hijos, sin compartir las tareas de crianza con su compañero/a de vida, postergando otros proyectos de manera abnegada.
La maternidad rosa, además de ser irrealizable -pues hay momentos difíciles y/o dolorosos, como en toda experiencia vital-, tiene por detrás al sistema de ideas que conforma el patriarcado, legitimando el rol ausente de los varones en las tareas de cuidado y crianza de los hijos/as.
Cómo saber si estoy idealizando
Si me gusta todo de una persona – lo mismo es válido para un trabajo, objeto material, situación, lugar – podría sospechar que la estoy idealizando y no distinguiendo cómo es realmente.
Por ejemplo: “A Roberto le agrada todo de Natalia, cómo se viste, cómo habla, cómo actúa, los emojis que manda por WhatsApp, su forma de tratar a los otros; en definitiva, adora todos los aspectos de su personalidad.”
Las relaciones saludables, por el contrario, son vínculos fuertes que resisten a la diferencia de opiniones, a los errores del otro y propios, a ese no-todo (no me gusta, no deseo, no concuerdo, con todo del otro).
Las discusiones son parte saludable de los vínculos, siempre que se den en marcos de respeto mutuo. Es importante aprender a comunicar las ideas y las diferencias, así como pedir disculpas si lastimamos al otro.
¿Cuáles son las consecuencias negativas de idealizar?
Si bien el ver sólo las virtudes de algo o alguien podría pensarse como algo disfrutable, sostener dicho espejismo acarrea mucho esfuerzo psíquico y cuando, en algún momento esa imagen rosa, utópica, se desmorona, la caída, al ser desde estándares muy altos, es dolorosa.
Si ponemos al otro (o a nosotros mismos) en un pedestal, intocable, intachable, resaltando sus potencialidades, superior al resto de la humanidad -pues no existen personas perfectas-, a la más pequeña desilusión nos enfadamos.
El enojo cuando esta idealización fracasa, es desmedido, en proporción a la idealización. Por ejemplo: “Dolores esperaba más de Fabricio, de lo que podría alguna vez darle”.
Art. actualizado: Oct. 2022; sobre el original de octubre, 2014.
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